miércoles, 1 de julio de 2015

Chat noir

"Enbuenahora" te escribí por primera vez. Respondiste a los pocos minutos. Me temblaban las palabras. Un silencio. Volviste a tipear. "Hola". Dudé al responder. "Hola". Nos habíamos olvidado que ya no nos veríamos más.

viernes, 2 de enero de 2015

lunes, 16 de diciembre de 2013

Aurea mediocritas

Pensaba en un río de puertas,
cerrojos traslúcidos.
Los ojos en llanto, los huesos frágiles.
Pensaba en melodías del alba,
el aroma de los pájaros,
la sentencia a vida, la palabra póstuma.
La tierra fresca, la brisa cruenta
los nosequé que se desvanecen en una ventana,
el vapor, las agujas.
Pensaba en un cuerpo, crudo, débil
los motivos de sus latidos, la
inexorable quietud.
El tacto a río abierto, el abrazo del mar
la vertiente de los silencios.
Pienso.
La metamorfosis del recuerdo es el principio del fin.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Una Marilyn cualquiera...




Cómo me mirabas con esos ojos de canica, niña ángel. Algo se desplegaba en la isla de esa mirada, como si allí estuviesen contenidas todas las palabras que una boca no pronuncia. Cómo te acurrucabas en el silencio, en la quietud del atardecer. Tus dedos se entrelazaban en los cabellos, tejiendo misterios, sobre la cabeza de maniquí frente al espejo. Niña ángel, que regalabas vida mientras ella se escurría. Un cuarto con un haz de luz dibujado sobre tus parpados y tus manos tibias colocando la cabellera rubia sobre mi cabeza, jugando a ser una Marilyn un día cualquiera. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Diálogos

He hablado tanto conmigo mismo que ya ni me soporto. Las mismas palabras ubicadas en eslabón, como una larga cadena irrepetible, pero con la misma secuencia. Me he pedido mil veces silencio, pero aún no he podido lograrlo, porque siempre tengo algo para decir. A veces, mi lucha es confrontativa. Jamás pude ponerme de acuerdo conmigo, nunca me pareció correcto lo que hago y la forma en que lo hago. - Un eterno dilema- me digo, entre dientes. Y eso, sí, eso, puedo jurar que me exacerba, me irrita. Siempre tengo la razón ¿no? No, no la tengo.  Entonces es hora de que vaya a dar un paseo y pueda reconciliarme con mis formas, después de todo… soy el único que me comprende. 

sábado, 12 de mayo de 2012


Enamorarse con pocas pulgas, con todos los centros descubiertos
A la hora precisa que los días abrazan. Cuando el miedo es feroz
y las voces se apagan en el crepúsculo.
Enamorarse con todas las puertas abiertas, cuando los pasos cesan.
Enamorarse sin saber más, ni cuándo, ni dónde.
Aventurarse en cada encuentro, sumergirse sin respiros.
Enamorarse, la palabra maldita
La que guarda los rencores, los difuntos.
Pero aún así, practicamos la muerte, el estado natural.
No se puede vivir sin morir varias veces, no en mí.
Y así es que muero, con mis puertas abiertas
Ya sin caminar. Y te espero.

lunes, 2 de abril de 2012



Todas las noches te escribo en mi mente, imagino cómo sería mirarte sin tenerte frente a mí. Es por eso que uso cuchillas, divisorias de la realidad que finjo y la realidad que espero.
No creo en tus palabras de viento sin ser antes pronunciadas, he inventado un siglo de fulguraciones. No he sido yo, lo confieso. No he sido ella, no he sido.
Esa es mi verdad más mediata. No supe mis ojos sin los tuyos, las calles y el frío parecen ser sinónimos entrañables.
He vestido pretextos, piedades, incoherencias y en cada esquina, ahí podía encontrarte. Queriendo ser imaginado sin tenerme cerca, una noche en la que te escribiera. Y aquí estamos, porque aquí, no nos hemos olvidado quienes somos.

domingo, 29 de enero de 2012

Es enero y se termina.



Lo que se calla es una incertidumbre.

Los ojos poco ven. Los días duran menos.
Cada minuto conozco menos a lo desconocido.
Cada vez que veo, comienzo a cegarme. Un poco más.
Lo que se llama tiene la forma de un ala.
Y a veces me voy, en silencio. Un acantilado.
Nada más.

jueves, 23 de junio de 2011

Y

Y... hay personas punzantes como las agujas
y cuerpos que no lo resisten.
Y hay incendios que comienzan
en los huesos.
Y hay vacíos que parecen completar el espacio.
Y hay secuelas que no comprenden de cicatrices.
Y veredas que no han sido hechas para caminarlas.
Y hay verdades que deben quedarse en silencio.
Un instinto que nace en la discreción.
Y hay un cuerpo que se desliza bajo el agua,
'las cosas caen por su propio peso'
pero también, flotan.

sábado, 2 de abril de 2011


Es enero en Abril, quizá ya esté por el quinto día sin calendario y brújula.
Vivo cada mar como un océano, no tengo aspiraciones a un eterno vuelo
ni sé de las voces del cielo.
Algún día tuve un nombre parecido al bosque, y eso, para comenzar,
es inadecuado.
No he criado pájaros ni me creí madre, pero sí, he abrazado al fuego
he visto lo invisible y he tenido confianza en el ruedo de las comisuras.
No debería creer en las imágenes que me persiguen en sueños, despierta he tenido calor
de espejo.
Cada forma es un molde, cada encuentro una vibración. En Abril hace frío.
Y en el cuarto la luz está apagada, porque es el día. De la noche.


miércoles, 30 de marzo de 2011


'Cada hora muerta pasa como un reloj recién construído'. Eso había dicho, indefectiblemente, cuando se asomó al cristal. Tuvo una premonición antes de abrir los ojos instintivamente. Las sábanas la asfixiaban como nunca antes. Se supo dentro de un armario, se coronó en aluminio. Otra vez una figura extraña se arrimaba desde lo más remoto. Sin señal de alerta se acercó, contempló su imágen reflejada y vio al alba más bella mientras caían las plumas de los pájaros. Esta vez se retiró de sí, pensó en el mar hasta quedar completamente tendida sobre su lecho y apretó fuerte su collar, recién construído. Quedó colocado perfectamente sobre sus huesos mientras se desintegraban sus labios bajo la superficie. Esa sensación nueva tuvo cuando el agua la recorría como una aguja que da sus vueltas más precisas, de un reloj recién construído.

domingo, 13 de marzo de 2011


Nos despertamos bajo un mismo techo y un mismo cielo. Sobre la misma cama, con la luz que reverbera a la derecha, a la misma hora, cada día.
Cada cual en su país. El de origen.
Y a veces cuando emprendo el viaje, me pregunto, (mientras te miro a los ojos) cuánto tiempo tardarás en llegar a mi país.

domingo, 13 de febrero de 2011




Escribo un cuento
en el que aprendo a desnudarme.


sábado, 5 de febrero de 2011

Yo creo que vos me entendés desde otro punto,

desde otro sitio,

otro cuerpo.


Desde otro sexo

y otros ojos.


Me comprendés como las hojas

que caen en otoño

luego de una temporada quietas.



Y lo más cruento, en este asunto

Es que yo también te entiendo,

desde otro duelo

y otra cama.


Desde una ventana abierta

y un paseo bajo la lluvia.

Desde el invierno a la primavera.


Te comprendo como cuando florecen

las palabras.

Y marchitan los silencios.


Pero aún...

aún no nos conocimos.


sábado, 22 de enero de 2011

6 p.m.

Desperté de un sueño en que no tenía rostro, cruzaba la calle y tomaba el tren.
Ya son las seis y todavía espero en el andén. Quiero encender un cigarro, pero aun no encuentro mis labios y menos aun, un rastro de palabras.




sábado, 1 de enero de 2011



El espanto
se relaciona
con lo vivo
lo tactil

lo corpóreo.

El espanto, una pieza
vestida de
simplezas

y oculta en
lo crudo.

El espanto,
sus vibraciones,
su poca capacidad de madurar

...


es la gran precisión de morir
en cosas vivas.

martes, 28 de diciembre de 2010

Sala de espera


Debo angustias en los hospitales, los rostros pútreos no dicen certezas, se olvidan del olvido, se sientan en la almohada de la clepsidra, divagan por los corredores, a la hora de la noche, la hora del silencio, de escaleras oxidadas, roídas.

Los hospitales callan, a veces. Los recuerdos no conocen la quietud, nada saben del aprendizaje del respiro, la agonía, la calle cerrada, el cemento en puntas de pie.

Temo ver rostros por última vez, fingir la textura de la piel, inventar un tacto inerte, dormirme al mirar la pared. Y el rostro de la última vez se vuelve eterno, intacto. Cobra movimiento, evoluciona, hace muecas, observa, cierra los ojos y regresa en los túneles de los sueños.

Ese rostro, de hospital, de medianoche, de olor antiséptico se difumina, se embebe del alba y apaga el motor.

Al día siguiente, todos preguntan por un cuerpo, obsequian cuerpos de flores, a un cuerpo de madera, otros hacen un cuerpo de mármol, con un cuerpo de fuego, rodeado de cuerpos que han olvidado un rostro, el único, no el último.

La habitación vacía crea un circo de miembros, un rostro final aparece por años. Hay un día en que vuelve el rostro y habla con la voz más enmudecida que se haya oído, sugiriendo devolver las angustias a los hospitales y el sueño a los que jamás tuvieron un rastro de libertad.

domingo, 19 de diciembre de 2010




Los bosques preceden a las civilizaciones,
los desiertos las siguen.

(de Chateaubriand, François-René)



El desierto huele a miel, pensé, al entrar en esta colmena.
Hoy hace un año que vivo despierta, tengo cada hora dibujada en un ladrillo de mi pared,
y me siento como el habitante nuevo que llega a una ciudad.
Me gusta respirar. Eso, puede saciar cualquier desierto.














domingo, 12 de diciembre de 2010

Des Cubro


Revuelvo las hojas sin árboles, el invierno es una excusa que se inventan los días cuando no hay silencio. Tengo los pactos más hermosos cuando pienso en puntos.
Tengo oraciones que no digo cuando pienso. A veces me escondo bajo el agua, otras juego a ser hiedra.
Hubo noches que dí vueltas en el espiral de un caracol y otras me enmudecí en el sótano de un búho.
Mi madre siempre decía que no hay que meterse en pantanos. Cuando la recuerdo ya estoy nadando bajo la luna llena.
Las tormentas asustan a las ventanas. Cuando amanece siento mis pestañas como terciopelo.
A veces busco el equilibrio, la templanza de los dioses.
Yo no soy de piel, carezco de escamas y tengo frío cuando salgo de casa.
Hoy lo he pensado tanto que me han dolido los pies. Ya casi no camino. Me dan vergüenza los sinsabores.
Y a veces, muy sutilmente te descubro. Te saco esa cobertura y revuelvo las hojas. Sin árboles.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Desvanezco en un sueño de aguas claras:



Caer sobre un espiral,
rebotar,
guiar al tempo.

La secuencia
reiterativa y
el féretro.

Tierra,
madera,
sepulcro.

Imán,
sal,
viento.




Vigilia de tierras hondas.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Lunes - Tumba:

¿Ha de ser la melancolía el hígado negro de mis páginas?, ha de ser una mentira. Lo único que vengo deseando a diario es el silencio. Un silencio helado, silencio de ojos cerrados, de manos heridas, de árboles en invierno.

Un cobijo, un hueco bajo tierra, vengo buscando una ciudad que se parezca a mí. También quiero encontrar la modalidad exacta para cambiar la página. Los cuentos deben terminar. Y a veces es mejor la casa vacía. No hacer tantas promesas. Y permanecer bajo el agua.

Quiero viajar, cada vez que lo hago me olvido del invierno, de los árboles. Voy desdibujando las palabras que quedan impresas anteriores al punto.

Y besar los vidrios empañados, subir escaleras, abrir la ventana, gritar dentro de una bolsa de papel… También escribir, sin puntos.Qué paradoja, hace días busco escribir, conectarme con mis adentros y a la vez busco callar, apagar lo que me rodea.Voy a comenzar por dibujar un poco más, taparme los ojos un poco menos.Quizá sea como decía Pablo Neruda: “de cuando en cuando y a lo lejos, hay que darse un baño de tumba”.

lunes, 25 de octubre de 2010


Norte - Sur - Este - Oste



¿Norte?

Otro suspiro de Octubre

Ésta es la mañana más tardía de Octubre, con su vestidito violáceo, sus ojos de Enero, su paso lento, su sabor a mediodía. Es decir, ésta secuencia matinal llegó tarde a mi reloj, aquel que permanece colgado sobre una ventana. Ventana donde observo otra ventana frente a mí.
Y a veces, cuando esa mañana no llega con demoras, espero que alguien se asome y baje sus ojos como persianas...

lunes, 4 de octubre de 2010





Todo es una pradera de sutíles bifurcaciones.
Cuando siento el peso de un péndulo, la hiedra se hace mármol.
Todo es pradera, un jardín inmenso. Un cuento que no tiene núcleo.
Las tardes llegan impuntuales al reloj, cuando florecen.
Hoy tuve premoniciones de espejos. De lluvia inequívoca, del más azul anochecer cayendo sobre las laderas. De pronto el frío colmó los álamos, la pradera ya no estaba. El camino era unitario. El péndulo quieto.
Todo se magnificó a casi, casi se simplificó en nada.
Nada era de clorofila.
Por eso mi pradera está en una pecera, de vidrio. Muy azul.
Como yo.

martes, 28 de septiembre de 2010

E de Enamorar

La inicial de tu nombre me recuerda al mes en que los pájaros callan, a los espirales del viento, al fuego que quema las cortinas.
La letra final de tu nombre me recuerda a la negación.
El día que me enamore, voy a dibujarle unos ojos gigantes en su rostro. Una boca de papel de diario y una frase indescriptible. Entonces cuando nos crucemos por primera vez, voy a esconder los almanaques.

lunes, 20 de septiembre de 2010


Estoy tan fuera del mundo o estoy tan detro del mío.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Fuimos.

¡Vete...!
¿No comprendes que te estás matando?
¿No comprendes que te estoy llamando?
¡Vete...!
No me beses que te estoy llorando¡
Y quisiera no llorarte más!
¿No ves?,es mejor que mi dolor quede tirado con tu amor
librado de mi amor final
¡Vete!,
¿No comprendes que te estoy salvando?
¿No comprendes que te estoy amando?
¡No me sigas, ni me llames, ni me beses
ni me llores, ni me quieras más!

(Manzi, Homero)


El domingo pasado llegó esta canción, como por ‘arte de magia’. Crudo, como suena el tango. Esas casualidades que uno nunca logra comprender. En la noche sentí un frío que me recorrió toda la espalda y cada porción de mi columna. Abrí la ventana y miré la luna, tanto tiempo sin verla que ya ni recordaba su brillo.
La misma pared que vió su nombre escrito fue la que me escribió el final. La habitación se tornó un tanto más clara, menos cálida.
Situación: Un día por la noche, sentados, en la altura, solitarios, extraños. Dos imágenes en la pared. Una boca, un oído. Yo tenía tanto por decir, él por escuchar.
Vete ¿No comprendes que te estás matando? En mis pupilas quedaba estática esa escena, la luz que caía sobre su rostro, cómo acariciaba sus mejillas esa tenue iluminación. La calle vacía, los autos que pasan.
Fuimos abrazados a la angustia de un presagio por la noche de un camino sin salidas. Ya no había manera de continuar la oración, una palabra no hilaba a la otra. Mi garganta comenzaba a arder, sus ojos taciturnos se perdían en un pasadizo de espejos quebrados.
¿No comprendes que te estoy salvando? Quería imprimir en su piel las excusas de mi desamor final, sus dedos desaparecían y comenzaba a retroceder en el tiempo.
Fui como una lluvia de cenizas y fatigas en las horas resignadas de tu vida. El tiempo empírico, se acababa. Reíamos. Yo dibujaba en sus ausencias el abrazo que me helaba, era tarde. Sí, ese día estaba terminando.
Bajamos las escaleras, soñé con sonreír. El camino de vuelta se hacía cuasi eterno. Nos íbamos.
Te miré por última vez, para recordarte, para olvidarte.
No me sigas, ni me llames, ni me beses. Te puse contra mi pecho, te respiré. Me despedí.
¿No comprendes que te estoy amando?. La razón de mi adiós.
Adiós.

domingo, 5 de septiembre de 2010


Líneas

(y la incongruencia de doblar en la esquina)



Línea I epistolar del desamor:

El camino del olvido es una delgada línea que quien se atreva a pasarla, probablemente no pueda regresar. Quizás esa mi manera de desintegrar esa línea y comenzar con el olvido, como seda sobre las vértebras.

Tengo ganas de disolverme, ir con el viento . Hoy ya no quiero recordar tus palabras, ni tus silencios, ni tu ayer agobiante, ni tu sendero de mentiras. No quiero límites con esa delgada línea.

Soñar. Siempre me despierto soñando. Hoy supe que esta iba a ser la última oración, el último punto. El final.

El camino del olvido es una delgada línea que no sé cómo, ni por qué comencé a dibujar en los jardines. Me enredé. Me olvidé.

Punto.



Línea curva

¿Cuántas veces me imaginé dentro de una pecera?



Dos Líneas

Una cruz sobre la frente y tu nombre parece un invento.


La línea sobresale

La columna erguida.



Líneas que abren

Una persona es entera en composición, hasta que comienza a caminar, y se abre a la mitad.





Entre Líneas

Ya no me importa (lo que pienso) si las calles terminan (cuando empieza el misterio) donde dice: Basta.

martes, 10 de agosto de 2010

No ama ni amanece

La rueda del amanecer en cuclillas, enfatiza
en la retórica de un caracol bajo el mar.
El colapso de las arenillas en periodo de defunción cede,
se embriagan con el misterio inmerso bajo rocas petrificadas.
El amanecer entonces divulga ecos de un espiral calcificándose.
La rueda estática quiso pararse. Tristemente, anocheció.

He clavado cien agujas a lo largo de mi espina dorsal
para gritar algo que no muere,
en silencio.

Fue tan cruento el acto
de desarmar las palabras en migajas,
observándolas rodar sobre mi cuerpo.

Me quemaban los pies,
me dormían ansiedades.

Me hacían ficticia sin
una voz real que permitiera
dar un concilio.

He quitado cien agujas a lo largo de mi espina dorsal
Para callar algo que no vive,
un encuentro.

jueves, 22 de julio de 2010


La secuencia misma del horror se deja entrever mediante dos simples hechos:
El desamor y la verdad.

viernes, 16 de julio de 2010


Tintineo, suave sonido de las gotas de lluvia golpeando el techo. El calor interno, el frío cálido que veo desde mi ventana. Todo parece ser las imágenes recortadas de una película que soñé por última vez.
Otra vez me acerco, corro las cortinas y apoyo mi nariz sobre el vidrio congelado. Veo escenas de una ciudad rusa, la nieve cubriendo las veredas, los árboles y sus brazos como conexiones nerviosas generan un marco siniestro, el cielo gris, la gente ausente, los copos que caen ordenados forman fila recta sobre los cables de luz. El marco de la ventana, de madera corroído por el tiempo; el vidrio, cada vez más húmedo. Un aire fresco llega a mí con cada respiración y un sentimiento angustioso recorre mi pecho.
Tengo tantos recuerdos como flores marchitas en el patio de atrás en mi niñez. Hoy vuelvo al año que pasó, al mismo día, y la misma hora. No soy la misma, ni es la misma escena. Sí, la nieve volvió. Pero los brazos que me recorren ya no son los mismos, ni el invierno que se está instalando en la puerta de mi habitación. Las voces se disipan como ecos y en las paredes está decantando esta estación que simula estar próxima a estrenar.
Hoy prefiero ver esa escena desde adentro, externa, fuera de ese mundo que está sucediendo. Quiero que este invierno me haga más dueña de mis emociones y que amar no me duela tanto.

miércoles, 30 de junio de 2010


Lo más hermoso que tiene mi vida es poder contarla. Vivo para contar y exorcizar numerosas veces. Y en cada exorcismo tengo una visión diferente.
La realidad que llevo a cabo no es más que una reinvención de los actos. Y probablemente mis recuerdos, no sean más que un tiempo-espacio que jamás existió y solo fue producto de conexiones nerviosas. Percepciones.
Lo que permanece intacto es cada aroma, cada sonido. Pero las escenas estáticas van tomando forma, dinámicamente, hasta quedar una película que se edita constantemente. Y se cuenta como verosímil pero nunca será la misma cuando el punto final caiga luego de la última palabra.
Probablemente yo ya sea otra en los próximos instantes. Ya que voy a estar exorcizando lo que me esté regalando la vida para poder transformar.

jueves, 24 de junio de 2010


Alba de los extremos de una ventana inventada:
No me oscurezcas los sentidos de cognición,
No mueras de repente, no bailes en la cornisa
No tengas temor al miedo, alba.
He preferido anudarte hasta el fin de la noche,
He dicho que sin amanecer no soy más que una puerta cerrada.
Un picaporte que jamás dará inicio a lo eterno.
No hay tiempo que justifique mi respiración, ni
suspiro que soslaye la identidad de las comisuras de mis ideales.
Presa de un viento inequívoco que fue errando al colisionar con mis sueños,
mis idilios, mis caídas bajo tierra. Embarrándome los ojos.
No hay forma de vivir sin respirar, ni forma de respirar sin aire,
ni aire sin velocidades, ni velocidad sin intensidad,
ni intensidad sin haberte cruzado cuando ya no había tiempo.

jueves, 17 de junio de 2010


Las piedras y el olvido, el hierro desgastándose.
Hemos simulado tanta espina sobre la misma piel
y aún escucho la inútil plegaria (el canto de los difuntos)
sublevar en la tímida catapulta de mis pálpitos.



***


La sentencia en cada piel mide lo que un jardín en mi infancia.
.

viernes, 11 de junio de 2010

Estaba soñando. En mi sueño me subía a un taxi en la noche, hacía frío.
Yo conocía el recorrido de una ciudad a la que nunca había concurrido. Entonces abría la ventana y comenzaba respirar el aire seco de la oscuridad. En tanto sonaba una canción que cantaba cada vez más fuerte, mientras acariciaba el terciopelo de los asientos. En el viaje miraba todas las casitas iguales, con tejados rojos y las luces apagadas. La canción continuaba.
De repente algo estrepitosamente me sacudió. Abrí mis ojos de inmediato, dejando el sueño atrás, queriendo recordar la melodía de aquella canción desconocida.
Me levanté y comencé a caminar dejando las sábanas fuera de su habitual sitio, hasta llegar a la ventana. Corrí las cortinas y observé hacia abajo, para mi sorpresa la calle estaba vacía como cualquier noche. Pero en la esquina había un taxi con su cartel de "libre". Y las condiciones de la tentativa negrura del cielo hacían que los escalofríos erizaran mi piel. Cerré las cortinas.
Me escondí bajo el abrigo de mi cama y canté una canción nueva. Me quedé estupefacta, hundiéndome en un profundo sueño, de desorden e introspección. Suelo ser un automóvil que me lleva lejos de mí, con un sonido dintinto y sin ganas de volver.
Mi corazón palpita apresurándome el pecho. Tuve temor. Soñar es tan cierto como cerrar los ojos ante lo desconocido.
Taxi, taxi... ¿Está libre?

domingo, 6 de junio de 2010

Veo una escena cicular, repitiéndose.
Tu textura se aleja, tus ropajes, tu aroma se pierde. Tengo miedo de olvidarte.
Tengo miedo de olvidarme.
Tu piel, el recuerdo más hiriente.
Es tan tarde y comienza mi monólogo interno. Veo el invierno por la ventana, mi palidez se derrumba. El reloj me abruma, siempre lo hizo. Ahora también el sonido hueco de sus agujas, el aire helado. Un suspiro hecho vapor, una imágen.
Tengo miedo de olvidarte, por eso lo escribo.
Ya el rocío va a sembrar una nueva ceguera. Pero...
no te olvido.



sábado, 29 de mayo de 2010

Duele el hoy, disipando el ayer.
Me siento extraña. Al extraña. R.

martes, 25 de mayo de 2010

Domingo


Cuando en la noche comenzaba a oscurecer, el frío tomó revancha, en tanto mis dedos jugaban elípticamente, dentro cada mano de un bolsillo, aisladas entre sí.

En la ciudad, se encendían luces por doquier en los edificios, la gente murmuraba al pasar, los automóviles danzaban sobre el asfalto, los semáforos a su vez se empañaban, las bocinas eran imperceptibles, casi como un zumbido diluyéndose en el silencio.

Me encontraba en la esquina de siempre, solitaria, esperando que llegara el autobús que ya hacía más de media hora que no aparecía. El hormigueo del invierno se apoderaba de mis piernas.

Llegó. Una vez arriba, sentada al final de su interminable pasillo miraba por las ventanas la ciudad alejarse y recordé qué era el amor. Cada secuencia, se perdía tras el vidrio empañado.

Ya debía bajar, entonces tiré la cinta que daba al timbre, encendiéndose el cartel rojo de “Próxima parada”.

Frente a mí, sobre la puerta de salida, antes de bajar, yo recordaba qué era el amor y ví simbólicamente 3 carteles que llamaron mi atención: “Salida”, “No permanezca en los escalones”, “No apoye sus manos”. Definitivamente el amor es un peligro al que hay que estar dispuesto a someterse.

Seguir de pie. Sin cuerpo, ni espacio.

sábado, 15 de mayo de 2010


A veces vuelvo a lo más recóndito de mi ser
me encuentro sumergida en una plaga de terciopelos fornicándose.
Siempre quise un jardín y mi niñez.
Siempre quise al invierno.



Hoy quiero descubrir el cielo, que inventé ayer.

miércoles, 12 de mayo de 2010

"Tu nombre en la Pared"


Vi tu nombre escrito en la pared. Me desperté, lo vi quieto y mudo, con señales y ganas de simbolismos, me proponía recordarte. Yo no sabía más que soñar y abrir los ojos por las mañanas y darme vueltas envolviéndome entre las sábanas estiradas, observando la luz que ingresaba por los pequeños huequitos de una persiana contra el vidrio, y esa reverberación se reflejaba en mi pared. La pared que tenía frente a mí ni bien mis ojos descubrían la mañana y su luminiscencia, pero había un detalle. Estaba tu nombre en cursiva a la misma altura de mis pestañas, ocupando todo el largo del muro, generándome escalofríos. Era un nombre dócil, se dejaba acariciar, pero tenía una cualidad que me daba temor, ya que ni bien rozaba con mi mano sus curvaturas se escribían en mis dedos, nombres más pequeñitos, uno encima de otro.
Decidí salir rápido de allí e ir de inmediato al lavatorio. Tomé el jabón y froté una y otra vez hasta borrar tu nombre de mi piel. Cuando levanté mis manos y las puse en altura, sobre la ventana abierta me percaté de que tu nombre quedaba a trasluz.
Tenía que redoblar la apuesta, ya no podía dejarlo inmóvil flotando en mi sangre.
Corrí hacia la cocina, abrí la alacena, saqué un vaso y comencé a llenarlo de agua. Y bebí, bebí unas 5 veces, sorbos pausados, ya que tenía que purgar tu nombre de mi cuerpo. En un instante se me escapó un suspiro, para sorpresa mía, tu nombre quedaba suspendido en el aire, como humo de cigarro. Entonces empecé a suspirar por doquier, exhalando todo mi ser, y se iba escapando de mí, todas esas letras que componían a una minúscula palabra que al mencionarla me traía en ese preciso momento tu rostro, tus gestos, tu voz, tu andar, tu aroma, tus silencios.
En un agotador acto en el que estaba perdiendo mi respiración, quité todas las repeticiones de ese nombre, pero quedaba plasmado en las paredes, el suelo, el techo, los muebles, el aire.
No tuve alternativa, salí, comencé a correr y en cada bocanada que tragaba ingresaba una letra en mí. Otra vez estaba colmando las esquinas de mi composición corpórea, tu nombre. Me había perdido en el trote indeciso, entonces debía buscar carteles que dijeran en qué calles me situaba. Cuando encontré, estaba ahí tu nombre y la numeración de mis latidos.
Todo comenzaba a colmarse de letras cada vez más grandes, cada vez más pequeñas. Eran tus letras, inquietas y orgullosas.
Quedé enredada en curvas, siniestras letras, palabras, que sólo formaban una palabra repetida una y otra vez. No podía escapar, no podía hacer nada.
Probé con mencionar mi nombre. De repente, una a una se fueron borrando los vocablos y me vi retrocediendo en el tiempo, hasta quedar en la escena inicial abriendo mis ojos, mirando la pared, vacía, blanca y fría.
Una sensación lánguida llegó a mí. Y también, con ello, una angustia que me recorría todo el ser, porque si bien muchas veces habíamos hablado, recuerdo que jamás me dijiste cómo te llamabas.

viernes, 7 de mayo de 2010

Ella y ella se sentaron frente a un espejo:
-¿Qué palabra está primero felicidad o fin?- preguntó ella.
-¿En un diccionario o en mi escala? Contestó.
Hubo un silencio penetrante y el viento se enfrió.
-Fin está primero- Sus ojos se empaparon.


Fin (o Felicidad)

martes, 27 de abril de 2010

***
Tragarme las manos
sin anestesia,
genera hipnotismo.
Tragarme tus manos,
no me calma.
Hoy llego a un abismo,
en el preciso momento
en que
me vendo los pies
y me arrodillo a tus ojos.
***

miércoles, 21 de abril de 2010


El mundo de la nada tiene una tendencia al oscurismo.
Sincrónicamente, una serpiente se muerde la cola,
y el cuento está contándose elípticamente.
De repente un torbellino de nadas más pequeñas
incendian las paredes.
Toman revancha,
galopan salvajes,
en la hierba fresca.
Hubo un día en que supe que iba a mentir.
Tuve miedo, me cambié los ojos por oídos.
Te imploré que tu todo no me vaciara.
Vacilando estoy.
Es de noche y nada me deja sin respiración, sin espasmos,
sin tregua y con ganas de
Todo.

martes, 13 de abril de 2010

A quien sepulcro, tierra,
a quien ornamento, botones.
A quien diluvio, fuego,
a quien madera hierro
ergo
a quien edén, infierno.
A quien soldadura, encrucijada.
A quien cuchara, plato,
a quien sosiego, ansío.
A quien lunes, viernes.
A quien verde, amarillo
a quien piel, escondite
a quien noche, amanezco
a quien absorba, bebo.
A quien sueño, vigilia
a quien me entrego, amo.

jueves, 8 de abril de 2010


He llegado al puerto, por largos pasillos de incógnitas he sido la cruel estela de los astros, he dicho y callado. Tengo las cuerdas vocales al revés. No pienso callarme en invierno. Si alguna vez pedí amar es porque no tenía alas. No sé dónde se encuentran los acantilados, pero se llegar a la orilla. Hoy tuve una premonición, mientras levitaba, supe que iba a ser serpiente, y que no había más pasión que ser terrenal. Ya no tengo miedo al mar. Estoy en el puerto. Y puedo ver lo que veo. Y es mi tiempo, mi suerte, mis alas y mi ingenuidad, agonizando.
Aún se sienta la resurrección frente a un espejo.

jueves, 25 de marzo de 2010


Cadena de desencuentros. No es casual.
Es causal.
Los torbellinos en el agua,
en cuanto me lleva la corriente.
Y en el centro del pecho, un hemisferio.
Sincronía pendular.
Tus huesos, marfil dorado,
Tus cuentos, de calles quebradas.
Hay en tu totalidad: Hipnotismo crudo.
Cae un vientre en forma helicoidal.
Tu viento me arrastra,
es el temporal divino.
Otra vez vacilo, enredándome en pútreas algas,
Vuelco en mercurio.
¿Qué has hecho, que todavía
no me mirás con desgana?
Tus huesos, marfil dorado.
Refugio.

martes, 16 de marzo de 2010

Lo que me asusta de sus tiempos es que no tienen retorno. Lo que me incomoda en su voz es lo que no me toca, lo que me envenena en su juicio es que está cargado de espinas. Lo que me aniquila al mirarte es que me siento inmersa en un cuarto rodeada de espejos.

viernes, 12 de marzo de 2010


Soy conciente de que el agua sabe a barro frío, no tengo pensamientos concretos desde hace días, no consigo la forma (precisa) de conciliar el sueño entre tanta vigilia, sólo veo ventanas que se entreabren, la tierra fértil se reseca, las paredes se agrietan, los azulejos se empañan. Es cierto. Lo saqué dos veces de una bitácora antes de hacerlo una idea que comenzaría a solidificar.

Las calles son como truenos. Los días, un temporal de quietudes, el viento aún no llega, las alturas no me provocan temor, el vértigo está en los ojos de quien escucha lo que mis palabras dicen que dicen.

Hoy amanecí con los ropajes de un funeral que anoche hice, me prometí matar toda secuencia que escondiera las trampas del asfalto. He caído y metí mi mano dentro mío. Me traspasé, me hice carne, me desintegré, me disolví, me enfurecí y grité. Grité.

Tengo un deseo desde que fui concebida, quiero volar. Cada vez que el viento me toca, sueño que vuelo.

Ahora mi deseo es más simple, quiero soñar.

jueves, 4 de marzo de 2010

Un pétalo urgente
cae como rocío
sobre un mar de cuerpos.


Se sitúa
en el centro de gravedad
de un hombre

Y comienza a latir.

***

El efecto de anestesia, venía al atardecer
(Los segundos quedaron quietos)
La reacción comenzó con el parpadeo de la noche,
Desvaneciéndose en las extremidades.
Abrí una ventana en mi cráneo
Y la luna ingresó. Quedó
Hasta el canto del sol.

***

Tus palabras me saben a verdades crudas
A filos de cuchillos oxidados,

Lo más siniestro
Es que saboreo tus palabras
Cuando ya han acabado.


***


Tengo un precipicio que
Nace en mis pupilas,
Un acantilado que vive en mi respiración
Y los ecos que retumban,
Mueren en mi boca.

***

La pupila más audaz
Es aquella que no tiene miedo
Al taparse los ojos.

martes, 23 de febrero de 2010




(5 minutos más tarde la jaula se cerró)

jueves, 18 de febrero de 2010

Quiero el agua salada, la espera, la dedicación,
estar debajo, estar sobre,
quiero centellas, el terror del amor en puntas de pie.
Quiero Abril entre los dientes,
sublevar, suspirar, sospechar, significar
y sanar.

viernes, 5 de febrero de 2010

5 - 2 = 2 + 1

Hubo un recipiente de cristal,
en su interior, agua
contorneando a un tallo con espinas que crecía,
tocando la intemperie,
una flor que comenzaba a caer.
Era tarde, la noche se desvanecía por la ventana
y un hilo de luz se asomaba.
La flor comenzaba a caer.
Había viento que ingresaba, moviéndo las cortinas,
traía con sigo susurros.
Y la flor comenzaba a caer.
Los insectos se peleaban entre ellos
sus alas se quebraban,
pero la flor comenzaba a caer.
Un sonido lejano enmudecía al cuarto
que no estaba oscuro, sino tenue,
los vidrios de las ventanas se empañaban
y el viento cada vez entraba con más fuerza,
corriendo todo de su lugar,
cuando la flor comenzaba a caer,
y cayó.
Sumergida en el fondo entre burbujas,
sus espinas inversas quedaron hacia arriba,
comenzó a ahogarse por su caída, entonces pensó en comenzar a crecer
y con ello ser Flor, ser sólo una esfera del tiempo
cuando nada está quieto frente a ella,
imaginando comenzar a caer.

viernes, 15 de enero de 2010

Otro cuadro/ otra secuencia.


Hoy es oro galáxico, es suerte purpúrea. Hoy es día de inquietudes, de disturbios, de terremotos y maremotos, es casual y causal. Es consecutivo y constante.
Hoy desperté soñándome bajo la tibia tranquilidad de la marea, mientras me llevaba a un horizonte de ruinas y golondrinas. Sentía como se movía, como me llevaba, como el agua se depositaba en mis poros y dibujaba símbolos.
Y yo estaba dormida, en el sueño estaba dormida, mientras estaba dormida también en la realidad y unas ganas afloraban de mis extremidades de despertarme, pero si lo hacía me iba a ahogar... Y quizá el agua se moviera dentro de mi cuerpo y el horizonte de ruinas y golondrinas iba a terminar siendo yo.
Dejé que el agua me condujera hacia la arena y yo prometí no despertar, pero me estaba despertando, y el agua estaba en mis sábanas, sobre mi piel, se movía todo, y todo era nada, porque nada era real, era un sueño que no terminaba y una realidad que no comenzaba. Y sentí un barco rozarme las rodillas, mientras mis dedos se enredaban en algas, pero no había ni una sola voz que me llamara, ni un silencio que abrumara, era nada y todo, era un tiempo inverso, un espejo y una marea que tengo dentro mío en sueños.
Y no te vuelvo, no vuelvo, nome ahogo.
Hoy. Purpúreo y día de sal.

sábado, 19 de diciembre de 2009


Una levedad, pequeñita se iba a caminar

carcomía las esquinas, acentuaba los lirios,

pensaba en una verdad que latía

tocando el esternón.

Una levedad estaba escrita,

tenía el nombre del viento.

Esa levedad era la única que se quedaba,

volvía cada Diciembre,

gritaba con silencios quietos.



Era y es lo que una levedad no puede dejar pasar
por leve.
Diciembre me duele.

viernes, 20 de noviembre de 2009




Mi única certeza se mecía en que nunca fuí la ciencia cierta. Fuí un experimento, una observación diluída. Cuando fueron pasando mis años comencé a experimentar con el barro. Uno a veces entierra y otras, desentierra. Yo hacía los dos actos seguidos. Y también era una acción paulatina. Nunca amé el mes de enero, porque era mi descanzo y renovación. Nunca hablé sin silencios. Hubo un momento en que empecé a detestar la menta, el papel corrugado, los teléfonos, las paredes blancas y la luz que reposa en una mesita de luz. ¿Por qué se llamaba "mesita de luz"? Cumplía más funciones que sostener un velador, que tan sólo era encendido una vez al día, o quizás dos. Coleccioné humanos y me convertí en un paseador de soledades. Tantas veces, que aprendí a acompañarme a cada tienda en invierno para comprarme un abrigo. Pero sabía abrazar y escribirle en los dedos. Una vez me creció una planta y tuve que cuidarla. Pero mi planta se marchitó un día. Tuve que buscar otra, ya no soportaba no ver el verde ante mí. Esta vez me creció un jardín. Me enamoré. Y no hacía más que esconderme tras sus árboles, temía que llegara el verano y no poder ir en busca de mi abrigo como cada invierno. Llegó la primavera. El sol entraba por las ventanas y se iba por las alcantarillas. Tuve que acostumbrarme a la menta, a la luz y a convivir sin mis tapados. Pintar a enero en mis huesos, regar mis verdades y entender por una vez que el velador debe ser apagado, para poder dormir.




martes, 17 de noviembre de 2009

Diez y siete.

Sabía mi flor favorita. Mi mes, también conocía que cambiaba la preferencia de los colores con la estación. Podría agregarle que también tenía en cuenta mis horarios, mis desvaríos, mis pasos en vano, y los realizados, los sueños que dibujaba en el techo para no olvidar soñarlos. Me regalaba en cada conversación las palabras que me gustaba pronunciar, el veneno de los puntos suspensivos, mencionando los aromas y cómo hacerlos aparecer cuando no estaban ahí. Y con eso creía que me sabía.
Él estaba seguro.
En cada desencuentro aparecía nuestro más preciado encuentro. Los silencios se cargaban de oraciones conectadas con miradas sin pupilas. Cuando lo recordaba sonaba una alarma y cada mañana yo caminaba por la misma vereda para toparme con su rostro. Nos faltaba tiempo, pero para mí siempre era la misma hora. Con la misma textura del terciopelo.
Entonces me aprendí el estribillo de sus canciones, el marco exacto de su perfil, la docilidad de sus manos, el preámbulo para hipnotizarlo, la medida de sus suspiros.
Yo estaba segura.
En cada día del almanaque escribía su nombre. Buscaba la aleación extrema. El éxtasis de sus planetas, sus viajes. Y me regaló un cielo, yo le obsequié una estrella.
Estábamos seguros.


La colisión, a veces, es inevitable.

miércoles, 11 de noviembre de 2009



Se deslizan como serpentinas
estos sueños que caen como
noches intermitentes.
La tormenta quiere
ser el temporal
que arrasa como la verdad más cruda.
Y hay un aroma a idilio.
Entonces se pierde la noción de
las ambigüedades.
Se comienza por ser,
se acaba por hacer.




lunes, 9 de noviembre de 2009

Eco


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Bajaba el sol, la noche dejaba registro de su aparición apresurada. Las horas iban haciendo su catarsis para quedar inmaculadas frente al espejo del tiempo.
Se oyó un sonido hueco en el salón. Luego comenzó a aproximarse. Cada vez con más prisa. El sonido venía acompañado de otros sonidos. Ordenados, cada uno cumplía su función determinada, pero ninguno invadía al otro.
Esas resonancias iban marcando un camino en el suelo, que luego seguiría por los muros, y otra vez más contiguo, más cerca, más intimidante. Se desvanecían en la aurora inversa de un cubículo cerrado. Ahora más continuos, ahora sí comenzaban a tocarse entre sí. No después, sino ahora.
Los ecos comenzaban a atormentarse, era un montón de ruido que era uno sólo y también era una infinidad. Se agolpaban, se trastornaban, se peleaban, se fornicaban, se carcomían, se provocaban, se disuadían. De repente, llegó el silencio.
Alguien abrió la puerta. Se dio cuenta que estaba sólo. Ingresó y optó por cerrar ese portal y quedar adentro. Ese silencio, como una ráfaga de viento frío empezó por meterse en cada uno de sus poros. Ya nadie había en ningún lugar. Ni lejos, ni cerca.
El cuarto estaba completamente oscuro y cerrado, de pronto alguien golpeó la puerta desde afuera. Y desde el interior de esa habitación ya no se podía abrir, no habían llaves, ni picaportes. Estaba sólo de ese lado. Con el eco externo de una nueva soledad.